Todos nosotros hemos deseado en algún momento de nuestras vidas poder decidir con cierta seguridad si tendremos un hijo o una hija. La selección del género de los descendientes ha sido una búsqueda de la humanidad a través de los tiempos, no solo durante los tiempos de los griegos y los romanos.
Los países de occidente se supone que han invertido más de mil millones de euros en investigaciones sobre este tema. Los cuentos de antiguas madres y las historias folklóricas han aumentado los deseos de poder elegir el género de nuestros hijos. Se ha reportado que la antigua cultura china creó un sistema con un porcentaje de éxito de 65 por ciento. Pero primero, ¿por qué alguien querría poder elegir el género de su bebé? Cualquier bebé, sea niño o niña, es un regalo de la naturaleza, ¿no debería ser bienvenido como tal?
A través de los años, se han dado diferentes razones para preferir un género particular. La razón más importante, que es la que yo apoyo para tratar de influenciar el género de su bebé en el momento de la concepción, es médica. Muchas discapacidades son conocidas por transmitirse a través de las generaciones por los genes. Muchas de estas discapacidades son específicas de uno de los géneros. Por ejemplo, una mujer puede no sufrir de una enfermedad relacionada con los genes, pero puede transmitir el problema a su hijo varón, quien sí se verá afectado.
Existen más de 350 desórdenes relacionados con el cromosoma X (enfermedades que solo los niños heredan), algunos de los cuales son fatales como la hemofilia, distrofia muscular y un tipo de hidrocefalia relacionada con el cromosoma X; en estos casos la selección de género debería ser casi una obligación. Si se sabe que la madre es portadora de alguno de estos problemas relacionados con el cromosoma X, la selección del sexo es una forma de prevenir que esta enfermedad sea heredad por un hijo varón.
Algunos podrán acusar a las parejas de intentar jugar a ser Dios. Pero en general, las parejas que practican la selección del género lo suelen hacer por razones prácticas. La calidad de vida es un tema central tanto para los padres como para los hijos. Por ejemplo, ¿el niño será tan discapacitado que vivirá una disconformidad perpetua? ¿Qué pasará con este niño si sus padres ya no pueden seguir cuidándolo? ¿Puede el matrimonio de los padres superar el trauma de tener que criar a un chico que necesitará de cuidados constantes y que no podrá vivir nunca una vida normal?
¿Se puede usar el mismo argumento de «jugar a ser Dios» contra los métodos anticonceptivos y el aborto? Uno debe tomar las decisiones en la vida que cada uno crea necesarias, pero Dios existe y debemos remitirnos a su ley. Algunas veces la selección de género, el intento de aumentar las posibilidades de que el futuro bebé sea nena o nene, es una elección que deberá tomar.
